jueves, 2 de junio de 2011

Guachimán Truchimán - Parte III


Recuerda, todos los puntos de control son ambulantes, o sea, cualquier cosa puede ser un punto de control.  Una baranda. Un afiche en la oficina. Una grúa desvencijada. Una farmacia. Un túnel a medio terminar. Una bolsa plástica. Un pote de pega. Una plancha. Un frasco. Tu libreta. Cierto mediodía. La tapa del radiador. El cesto de la ropa sucia. Hasta un texto mal escrito puede ser un punto de control. De hecho, al leer este párrafo tú mismo acabas de atravesar entre uno y quince puntos de control.

Internet. Facebook. mySpace. Blogger. Realmax. Denomianvibe. Majilidad. Usurza One; más que “poderosos instrumentos” o “innovadoras herramientas” (pase lo que pase, no te dejes distraer por las alusiones a los genitales que el furor masturbatorio de nuestra cultura digital provoca), muchos ven en los más recientes espacios de comunicación una serie de procedimientos destinados a equiparar a nuestros barrios y conjuntos residenciales con los andurriales y las filtraciones presentes en las teorías de Foucault. No en vano, Internet es en todo semejante al soñado Panóptico de Bentham; salvo, claro está, por un pequeñísimo detalle, y es que, como todo medio de comunicación, desde el tenis en cancha de arcilla a la telefonía orgánica, Internet es sólo una simple metáfora del único medio de comunicación, siendo este un medio de naturaleza, valga o no la redundancia, francamente pornográfica. 

Como bien puedes ver, o como bien se puede hacer ver, no importa dónde, cuándo ni cómo leas la presente disertación, como tampoco importa cuándo y por qué escribas tus muy peculiares elucubraciones –y no creas que por emplear al azar diferentes cámaras de video o recomponer bandas sonoras estarás a salvo-, el loco te estará observando a través del lenguaje que utilizas y, en mayor o menor medida, del lenguaje que a cada rato dejas de utilizar. Es más, a través de las anteriores palabras el loco ha empezado a discernir tu silueta, vislumbrando con nitidez los encantos de tu cuerpo conforme sus palpitantes facciones y visajes se asoman entrelíneas.