Yo no soy, la vereda que se desanda en los charcos
menos que un pantano agreste y sinuoso logro desplazarme
no poseo atributos ni cualidades que algún día deba poner a prueba,
acaso a mi cuerpo lo empalman aquellos defectos
cuya persistencia me permite contraerme, distendido
respirando a través de una larga serie de inútiles muecas.
Si me orillé en ti, lo hice porque estaba al tanto de todo cuanto no podía ser
siquiera a tu lado, mientras hablaba y desovillaba entre hilos de saliva
aquel ruido monótono y ansioso, ese al cual un día me subí de golpe
por miedo a imaginar cómo podían inundarme las pequeñas ausencias.
De las tareas jamás emprendidas, ni siquiera queda aceptar la zozobra,
mi desmesura le pertenece a todos aquellos en quien me arrepiento
por eso te pido que no te arrodilles, conserva en ti esa altura, nítida
y casi astringente. Diestra en la esperanza, así como eres, permanece
más allá del llanto que me procuro para seguir flotando en vano
entre motas y períodos de vacío y otros refugios, aquí entre líneas.
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