martes, 20 de octubre de 2009

Sobre la circulación de las ruinas - Parte I

Las piedras supuran dóciles y cuesta distinguir los espasmos, esos vestigios, las frentes chatas talladas en alto relieve. Abundan las confusiones, y los turistas. Las pocas imágenes que sostuvieron los resuellos de una raza se desintegran, ya no por el paso del tiempo, ni por las facultades de la historia -el flujo de visitantes y las fuentes de financiamiento mal que bien se han mantenido intactas-, sino por los ojos que abusan de su privilegio apilados detrás de las cámaras, y también por el insoportable calor que aplasta a cualquier otro intento de hacer memoria.

Pronto Chichén-Itzá, igual que las catedrales y el mar,  alcanzará su destino, es decir, la compraremos en el próximo souvenir, sea este una miniatura de un Museo del Prado o un cuaderno con un par de líneas de Nazca. Pero antes, antes subiremos por la pendiente de la cámara interior del templo de Kukulkan, de cuclillas, en grupos no mayores de quince a través de un tenebroso pasillo, apretando las fosas nasales para evadir el tufo que baña la escalinata de humores internacionales y comentarios de asco. Al final y sólo por un minuto habremos visto al jaguar, la efigie de los sacrificios, dejándonos cautivar ya no por el jade -y las “máculas pintorescas finamente labradas”-, sino por todo aquello que somos capaces de soportar a la hora de confirmar la existencia de algún prodigio. De regreso a casa hablaremos de los jeroglíficos sólo con ciertos allegados, al resto acaso le revelaremos los pormenores de aquella cósmica mescolanza de sudores. Por los momentos, no obstante, el guía bilingüe aplaude. Mil años más tarde, o quizá tan sólo dos, justo cuando los discos del calendario Maya se entronicen y vuelva a repetirse exactamente el mismo día de hoy, es probable que tú y yo sigamos juntos a través de estos párrafos toscos y retorcidos.

1 comentario:

Lulu dijo...

Porque, como decía el bolero aquel "la historia vuelve a repetirse"...
... de Nerón, Napoleón, Hitler, Trujillo y todos los demás de su estirpe hasta nuestros días.

Jaguar? Seguro? De la "Ciudad de las bestias" de Isabel Allende me hizo usted acordar.

Otro jaguar, creo, me gruñía en la memoria.

Tilín tilín, sigo bailando por otros lares.